Cuando el espejo sonríe, pero el alma calla

¿Te has obsesionado con cambiar tu cuerpo?
¿Te has sentido más fuerte físicamente, pero igual de débil por dentro?
¿Estás invirtiendo todo en tu imagen externa, mientras por dentro sentís que algo sigue faltando?

Vivimos en una época donde se aplaude el cambio físico. Bajar de peso, tonificar, mejorar la piel, alcanzar “la mejor versión” de uno mismo… Pero, ¿qué pasa cuando el cuerpo mejora y el alma se queda atrás? ¿Qué pasa cuando el espejo refleja una sonrisa, pero por dentro sigue habiendo silencio, ansiedad, o vacío?

La verdad es esta: la salud verdadera comienza desde adentro.

Ninguna rutina, ningún alimento saludable, ninguna disciplina física puede llenar ese espacio profundo que solo Dios puede llenar. Ese vacío que sentís no es casualidad, es una señal: tu espíritu necesita atención, necesita alimento, necesita conexión con su Creador.

"El entrenamiento físico es bueno, pero entrenarse en la sumisión a Dios es mucho mejor, porque promete beneficios en esta vida y en la vida que viene."
— 1 Timoteo 4:8 (NTV)

Está bien cuidar el cuerpo —después de todo, es templo del Espíritu Santo— pero no podemos dejar de lado lo eterno por enfocarnos solo en lo temporal. Nada externo puede reemplazar lo que solo Dios puede sanar y llenar internamente.

Hay un rompecabezas en cada corazón, y solo una pieza tiene la forma perfecta de Dios. Intentamos llenarlo con rutinas, logros, relaciones, validación… pero solo cuando Él ocupa Su lugar, encontramos verdadera plenitud.

"Busquen el Reino de Dios por encima de todo lo demás y lleven una vida justa, y él les dará todo lo que necesiten."
— Mateo 6:33 (NTV)

El alma también se agota. También necesita descansar. También necesita ser restaurada.
No ignores esa sensación de vacío que persiste aunque todo parezca estar en su lugar. Es el susurro de Dios recordándote que fuiste creado para más que lo visible.

"Mira, yo estoy a la puerta y llamo. Si oyes mi voz y abres la puerta, yo entraré, y cenaremos juntos como amigos."
— Apocalipsis 3:20 (NTV)

La transformación más profunda no se da en el cuerpo, sino en el corazón. La verdadera salud es integral: cuerpo, alma y espíritu. No te conformés con una versión de vos que se ve bien, buscá una que también vive bien, porque tiene a Dios en el centro.


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